viernes, 21 de septiembre de 2007

Miércoles, 18 de julio: la capital del Principado

Miércoles, 18 de julio: La capital del Principado

El viaje a Oviedo estuvo empañado por la emoción, pues además de disfrutar de esta bellísima ciudad, debíamos despedir a nuestros queridos amigos Mari Carmen y Armando a causa de su precipitado regreso a Madrid. Pero antes, aún pudimos gozar de su compañía en las siguientes visitas.

Sabíamos que los reyes de la monarquía asturiana (siglos XIII-X) habían protagonizado un período difícil y convulsivo de nuestra historia, marcado por el inicio de la Reconquista; sin embargo, nos emocionó conocer Santa María del Naranco (palacio de recreo) y San Miguel de Lillo (iglesia), situados en la falda del monte Naranco y desde los que se divisa una bella panorámica de la ciudad. Son edificios pequeños pero encantadores, construídos por Ramiro I en el siglo IX y espectadores de más de mil años de historia… Nos hizo mucha gracia la frase “Asturias es España y el resto, tierra conquistada”.

A las 12 del mediodía habíamos quedado con Pía, historiadora del arte y guía turística. Con ella visitamos la Catedral de Oviedo, iniciada en el siglo XIV y de estilo gótico, que como la ciudad, es sobria, hermosa y elegante; bajamos a la Cámara Santa, donde se guardan las reliquias y las joyas tan queridas por los asturianos. Nos impactó saber que, milagrosamente, todas ellas se salvaron de los terribles destrozos ocasionados durante la Revolución del 34 y la Guerra Civil, aunque aún protagonizarían algún suceso violento: en 1977, un ladrón entró de noche en el templo y las robó; gracias a una eficaz labor de la Policía, fue atrapado y las joyas pudieron ser restauradas. Durante todo el recorrido, percibimos el ambiente místico y piadoso de una catedral, e incluso, nos pareció escuchar los pasos de “La Regenta” (Ana Ozores tiene una hermosa estatua en la plaza de enfrente).

Comimos en la “Sidrería Asturias”, de la calle Gascona, en Oviedo. Era la antigua calle de las juderías y hoy es el templo de la sidra en Oviedo. Además, nuestra mesa estaba en una terraza acristalada y pudimos disfrutar del ambiente de las calles de “Vetusta”.

La despedida a nuestros amigos Mari Carmen y Armando fue muy emocionante; estamos seguros de que todo va a salir muy bien y que aún nos quedan muchas “correrías juntos”.

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